Junta tras junta, bochorno tras bochorno
El SevillaFC vivió este pasado lunes una nueva junta extraordinaria de accionistas. En un nuevo intento de José María del Nido Benavente de asaltar la presidencia del club, el sevillismo volvió a sonrojarse con escenas propias de una película de comedia de los años 70.
Era la primera vez de José María Del Nido Carrasco en el púlpito de la presidencia de la junta de accionistas. Hasta la anterior, las vivió bajo el paraguas de Pepe Castro, y ayer le tocó enfrentarse por primera vez al máximo accionista de la entidad, que también es su padre.
Ya se sabe que siempre hay un denominador común en todas las familias que se rompen y no es otro que el dinero, la codicia por el bien tan preciado que es el sillón de presidente del SevillaFC.
Porque si para nosotros este cargo es lo más grande a lo que podríamos aspirar en nuestro sevillismo de base, para ellos es una manera de ganar dinero, mucho dinero. Un dinero desmesurado en relación al puesto y a la aportación que le hacen a la entidad.
Seguramente ningún gran directivo de las empresas del IBEX 35 ganen en su base fija lo que ganan el presidente o el vicepresidente del SevillaFC. Es una cantidad fuera de toda lógica, desproporcionada desde su total, como en el modo en el que se concibe, si tener en cuenta ninguna variable en función de éxitos económicos o directivos como se propuso que fuera en votación en esta última junta, propuesta que surgió claro de los accionistas minoritarios.
Otra cuestión que resultó muy curiosa es que en toda la junta no se trató del asunto deportivo. Nadie hizo mención de cómo está el equipo en Liga, la eliminación europea, que por supuesto no se jugará en Europa la temporada que viene, ni sobre todo, de que el fantasma del descenso sigue muy presente después de la derrota del pasado domingo ante el Celta de Vigo.
Nada de esto parece importarle a unos dirigentes totalmente aislados de la realidad social del club. Durante la semana muchos aficionados pidieron con buena lógica alguna promoción para llenar el estadio y hacer presión ante ese partido de vital importancia. No hubo respuesta alguna de los hombres de arriba. Eso sí, todos los socios recibieron esa newsletter en la que se les presentaba y se les invitaba a contratar uno de esos nuevos palcos VIPs que la entidad pretende comercializar.
La junta, más allá del bochorno, deja un trasfondo de términos y lecturas de derecho que casi ningún mortal entendía. Anda la entidad en un enredo legal difícil de descifrar a corto plazo, y mientras, los hombres de fútbol y del césped se desangran, porque mientras que un club no funcione en lo directivo, jamás lo hará en el campo. Tenemos miles de ejemplos donde lo común no es que el club no alcance sus objetivos razonables, sino que por contra termine con descensos e incluso desapariciones.
Vienen tiempos negros, muy negros para los sevillistas. No va a ser cuestión de meses, ni de uno o dos años. Queda atravesar un desierto muy duro y muy largo hasta que pueda volver la alegría de ver ganar de manera recurrente a su equipo.