Cuando el dinero desaparece de forma misteriosa: lecciones desde Nervión

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En el fútbol, como en la vida, hay derrotas que duelen más que un marcador en contra. Muchas veces el problema no es el resultado en si, sino la sensación de haber perdido un partido sin entender por qué.

Esto le ocurre tanto al aficionado cuando su equipo pierde sin reacción alguna, como también a cualquiera que un día descubre que tiene retenido dinero de mi cuenta por embargo sin haberlo previsto ni comprendido. Es como esa jugada inesperada en contra, que igual que un gol en el último minuto, te deja sin respiración.

Aunque te pueda parecer un tema alejado del fútbol, quien vive el día a día en el Sevilla sabe que la gestión —de los recursos, de las emociones o del dinero— es tan importante como el partido de su equipo de cada fin de semana.

Sin estrategia no hay victoria

El Sevilla FC ha demostrado muchas veces que no basta con tener buenos jugadores; hace falta un plan, una idea, una estrategia. Concretamente en esta temporada 25/26, el equipo cuenta con peores jugadores que en temporadas anteriores, sin embargo, el plan y la estrategia del entrenador, Almeyda, está compensando esa falta de calidad, haciendo un buen grupo y ofreciendo un juego mucho más consistente que en años anteriores.

Cuando se pierde eso, se pierde todo. Lo mismo ocurre con el dinero y las finanzas personales: invertir o gastar sin saber a dónde vas es como volverte loco yendo al ataque sin mirar si tienes defensas que te cubran las espaldas.

Esas historias de aquellos que arriesgaron todos sus ahorros en inversiones dudosas o firmaron un contrato sin leer la letra pequeña recuerdan mucho a esos fichajes de la época dorada de la liga que prometían gloria y acabaron en un enorme fiasco, como ocurrió con el propio Almeyda en su etapa como jugador.

Porque cuando el dinero desaparece misteriosamente, ya sea por un embargo o por una mala decisión, el golpe no solo es en lo económico, también en lo emocional. Y en ambos terrenos, en el césped y en el financiero, lo que diferencia a los grandes de los mediocres es la capacidad de reaccionar a tiempo.

De los despachos al vestuario

En el fútbol, como en la vida, cada euro cuenta. Una mala planificación económica en pretemporada puede pesar tanto como una mala alineación en un partido.

El sevillismo ha aprendido que la estabilidad del club se construye tanto en los despachos como sobre el césped. Debe haber un equilibrio perfecto entre ambos para que el club sea viable a largo plazo.

Por eso, cuando la economía personal tambalea, conviene aplicar la misma lógica: revisar, analizar y buscar soluciones antes de que el partido se escape. Saber qué hacer cuando te ves con el dinero retenido por embargo puede ser la diferencia entre la ruina y una remontada.

El error de mirar solo el resultado

Muchos aficionados solo miran el marcador final, sin entender todo lo que hay detrás: el trabajo invisible, la preparación, o los ajustes tácticos.

Sobre el dinero y las finanzas ocurre lo mismo: cuando algo falla, no basta con lamentarse. Hay que entender qué ha pasado para saber cómo solucionarlo.

Una cuenta bloqueada, un embargo inesperado, un movimiento que no comprendes… cada detalle cuenta.

Y, como haría un buen entrenador como Almeyda, lo primero es no perder la calma. Analizar la situación, pedir asesoramiento y entender los pasos necesarios para recuperar el dinero retenido por embargo es el camino más corto hacia la recuperación.

Caer está permitido. No levantarse, no.

Si algo define a nuestra afición es su orgullo, esa capacidad infinita para levantarse después de cada golpe.

Igual que hemos vivido noches mágicas en la Europa League, también hemos vivido noches duras, eliminaciones amargas, temporadas de incertidumbre… pero el espíritu del sevillismo nunca se apaga.

Pues ese mismo espíritu es el que hay que tener cuando las cosas se tuercen fuera del campo.

Una cuenta embargada no es el final del partido: es una oportunidad para aprender, planificar mejor y salir reforzado.

Porque al final, en el Sánchez-Pizjuán o en la vida, lo que distingue a los campeones no es que nunca caigan, sino que siempre vuelven más fuertes.

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